7/30/2012

Ya no sé cómo controlarlo… Tiene dos planas de anotaciones negativas en el colegio…Constantemente me llama la profesora… No se queda quieto ni un minuto… No se concentra… Ha bajado las notas… Estas son las frecuentes quejas de los padres de niños que presentan este síndrome, el Déficit Atencional (SDA) o Trastorno por Déficit Atencional.


Se le llama síndrome porque en este problema confluyen un conjunto de síntomas, entre los cuales los más característicos son la falta de atención, dificultad para concentrarse, impulsividad y en algunos casos asociado a hiperactividad motora constante. Los síntomas antes mencionados, habitualmente se asocian a dificultades en el aprendizaje escolar, problemas de adaptación y disminución de la autoestima.

En nuestro país las estadísticas hablan de una prevalencia de entre el 3 y el 7% de la población escolar. Pero ¿qué lo provoca? Lamentablemente el origen o génesis exacta de este síndrome no ha sido aún determinada. Hay estudios que sugieren que podría deberse a una alteración a nivel de los neurotransmisores del cerebro, otros lo relacionan con un asunto genético, aun cuando no ha sido identificado algún gen específico.

No obstante, en lo que sí hay consenso es en la sintomatología y en la expresión conductual de una inmadurez neurológica, dado los comportamientos presentados por estos niños/as. Existen, sin embargo, algunas características comunes en los padres y en los hermanos de niños con SDA, por ejemplo, dentro de la población de niños/as con este síndrome hay mayor probabilidad de que uno de los padres haya presentado el síndrome aun cuando no haya sido diagnosticado previamente, los hermanos de niños con SDA tienen una incidencia del síndrome tres veces mayor que la de la población en general. 

¿CÓMO SE LLEGA AL DIAGNÓSTICO?

El diagnóstico de déficit atencional lo hace el especialista, sobre la constatación de tres síntomas claves:
  * Falta de atención.
  * Impulsividad.
  * Hiperactividad.

Estos síntomas deben presentarse simultáneamente antes de los siete años de edad y durante un mínimo de seis meses, de manera de eliminar la posibilidad de que pueda tratarse de una reacción temporal a un problema puntual. El SDA puede diagnosticarse sin hiperactividad y con predominio de falta de atención o de impulsividad. 





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