7/17/2013

SOBREPROTECCIÓN INFANTIL Y SUS CONSECUENCIAS

La familia es la primera escuela del ser humano, pues es en el seno de ella en donde se forma la personalidad de los individuos, en donde adquieren las estructuras necesarias que le permiten el desarrollo de aptitudes, actitudes y valores. Así pues, la familia es considerada como la instancia mediadora entre el ser humano y la sociedad, ya que en ella se establecen las bases de su interacción con los demás, las cuales le permitirán identificarse y posteriormente definir su propia identidad. Gracias a esta interacción que se desarrolla en el núcleo familiar, los individuos se preparan para participar activa y funcionalmente en el ámbito social. 
Por consiguiente, los padres, por derecho natural, son los responsables de la educación de sus hijos. Los niños nacen en un estado que reclama el cuidado total de sus padres durante mucho tiempo, para esto, basta ver el amor que todo padre tiene a sus hijos, la intima relación que establece entre ellos y así mismo, la inclinación natural de los hijos a buscar ayuda de los padres, la preocupación de los padres por sacar adelante a la familia por proporcionar a los hijos una vida mejor. 
Es muy importante que los padres se den cuenta de que ellos son los primeros responsables en la educación de sus hijos y no pueden limitarse a delegar esta significativa tarea a ningún tipo de institución; descubriendo que el fortalecimiento de la familia es la solución a muchas crisis desintegradoras sociales que se viven en la actualidad como es el abandono del hogar, divorcio, drogadicción, alcoholismo, maltrato infantil etc., los cuales no tuvieran lugar en la sociedad si la familia realmente respondiera a su función natural y original de ser una comunidad de vida y amor, la primera escuela de valores humanos y sociales y en sí ser una comunidad instituida por la naturaleza misma para el cuidado de las necesidades más elementales de la vida diaria. 
Por lo anterior, la familia resulta ser el mejor ambiente para el nacimiento, crecimiento y la educación de los hijos, pues en ella se puede establecer el equilibrio necesario para la persona, mucho se ha dicho que la familia es el primer ambiente que refleja la vocación que todos tenemos de vida social, de ser cada uno constructor responsable de la sociedad.  En efecto, de la familia nacen los ciudadanos, y éstos encuentran en ella la primera escuela de las virtudes sociales, que son el alma de la vida y del desarrollo de la sociedad misma, es por eso que la promoción de una auténtica y madura comunidad de personas en la familia se convierte en la primera e insustituible pedagogía de sociabilidad, ejemplo y estímulo para las relaciones comunitarias más amplias, en un clima de respeto, justicia, diálogo y amor, por lo cual no se debe perder de vista la importancia que tiene el que cada familia siga realizando su función, que es el formar hombres y mujeres funcionales para una sociedad digna. 
La familia como primer ámbito educativo necesita reflexionar sobre sus pautas educativas y tomar conciencia de su papel en la educación de sus hijos. La complejidad de la realidad actual se le escapa y esto repercute en la vida del niño, conllevando a problemas escolares y familiares que surgen en la realidad diaria: desinterés, falta de motivación, dependencia, bajo rendimiento, fracaso escolar, violencia, etc., que no se pueden achacar a la sociedad en abstracto, a la familia, a la escuela o a los alumnos, de manera independiente como “compartimentos estanco”, sino que la interacción de todos ellos es la que propicia esta situación. 
Los niños necesitan cuidados, mismos que variarán en la estrechez y la forma, dependiendo de la edad del menor, es decir, un niño recién nacido o un bebé depende totalmente de sus padres, sin sus cuidados se muere; un niño de seis años ya no requiere de todos esos cuidados pero sí necesita apoyo para la realización de sus tareas escolares, o un adolescente necesita que los padres se den cuenta que ha crecido (y no sólo físicamente), pero a la par de los cuidados que deben de proporcionarse a los hijos es importante considerar su complemento, propiciando libertad para desarrollar su autonomía. Un niño que ha crecido en un ambiente de excesiva atención, preocupación asfixiante; puede encontrarse en su edad adulta con graves problemas. 
Con esta investigación se pretende identificar las causas que generan en los padres de familia, la sobreprotección hacia sus hijos, para así poder intervenir adecuadamente, propiciando el desarrollo de la confianza en ellos, de tal manera que transformen sus relaciones familiares, impulsando la seguridad emocional y la autonomía del niño que ha sido sobreprotegido. 
La motivación para la realización de la presente surge a partir de que el investigador identificó, como parte de la experiencia docente, que en esta época es frecuente observar en grupos de educación preescolar, a niños con dificultad para adaptarse con sus compañeros y compartir el material didáctico, respetar reglas, participar en dinámicas de grupo e individuales etc., y frecuentemente, al tener una entrevista con los padres de estos niños, estos proporcionan información en donde se confirma que ellos se involucran demasiado en las actividades del niño, a tal grado que no los dejan actuar por ellos mismos, lo que repercute en tales actitudes y comportamientos ya mencionadas de los niños, dificultándoles el proceso de adaptación al grupo, lo cual se consideró como una significativa oportunidad para la realización de esta investigación. 

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA 
Los niños necesitan cuidados, mismos que variarán en la estrechez y la forma, dependiendo de la edad del menor, es decir, un niño recién nacido o un bebé depende totalmente de sus padres, principalmente de la madre, sin sus cuidados se muere; un niño de seis años ya no requiere de todos esos cuidados pero sí necesita apoyo para la realización de sus tareas escolares, o un adolescente necesita que los padres se den cuenta que ha crecido (y no sólo físicamente), pero a la par de los cuidados que deben de darse a los hijos es importante considerar su complemento. 
Un niño que ha crecido en un ambiente de excesiva atención, preocupación asfixiante o con los deseos de los padres convertidos en obligaciones o expectativas demasiado altas para la capacidad del hijo, puede encontrarse en su edad adulta con problemas de adaptación una sociedad. 
Los padres piensan que amar es hacer el camino más fácil a los hijos, cuando realmente, además de amor, lo que necesitan es: adaptación y reconocimiento de lo que realmente es, respeto y tolerancia de sus ideas y sentimientos, libertad para tomar decisiones, valorar las cualidades y aceptar sus limitaciones y potenciar su creatividad, así como la oportunidad de compartir los sentimientos de pérdida, dolor o rabia. 
En los primeros años de la infancia, los hijos no podrían sobrevivir si les obligaran a ser ellos mismos, pero cuando crecen se les debe alentar en su independencia y reducir la necesidad de sus padres. Los padres dan amor a sus hijos porque es lo que sienten, pero existen otras muchas razones de dar, ayudar y obsesionarse por los hijos tales como: 
• Dar para apoyar la propia autoestima. Una persona que nunca se siente bien consigo mismo intenta compensarse demostrando que puede ser un buen padre o una buena madre. 
• Dar para compensar con creces la privación anterior: una frase muy común en los padres es no quiero que mi hijo sufra todo lo que yo he sufrido.
• Dar para aliviar la culpa y la incomodidad: a veces las frustraciones del niño llevan a los padres a revivir sus propios fracasos y dolores y esto hace que se sientan incómodos y hacen que el niño se ahorre esas frustraciones haciendo por él lo que ellos podrían haber hecho. 
• Dar para llenar el vació interior. Muchas veces, matrimonios que fracasan se vuelcan en sus hijos para darles todo lo que a ellos les falta o les ha faltado en su infancia. 
• Dar para compensar la ausencia del otro padre. Uno de los padres puede ser alcohólico, egoísta, estar enfermo, ser indiferente, estar ausente parcialmente en el hogar por compromisos laborales, o tratar mal al niño; de esta forma, el otro se siente culpable y teme que el niño crezca con problemas emocionales si esta falta no es compensada, sin aliviar de todas formas la falta del otro padre. Dar para compensar la propia ausencia. 
Goleman, (1995) agrega que los padres están muy preocupados por su trabajo y están muy poco tiempo en casa; para compensar su ausencia les colman de regalos y les consienten en exceso. Dar a cambio del comportamiento del niño. Cada vez que el niño tiene una pataleta, para tranquilizarlos y no escucharlos le consienten lo que quiere. Así el niño aprende a cambiar su comportamiento a cambio de soborno y aprende a manipular a sus padres; cada vez las pataletas serán más grandes para conseguir más. Todo lo que aquí se ha expuesto sobre la relación de padres e hijos, efectos negativos de la sobreprotección, causa de la obsesión por los hijos, son hechos que pueden ocurrir en cada familia, tenga las características que tenga. La personalidad de un padre sobreprotector puede originarse en una familia donde sus necesidades emocionales de afecto, amor y reconocimiento son denegados o satisfechos de modo insatisfactorio; sus padres han podido ser indiferentes, demasiados exigentes o haberles maltratado física o psíquicamente. Los padres con mensajes indirectos pueden llegar a influir tanto en la vida de un hijo que lleguen a transmitirle el miedo a que el hijo se independice y pueda valerse por sí mismo, con el terror de que el hijo pueda verse en una situación de riesgo o de dolor. 
Las expectativas de los padres se convierten en la del hijo, las ideas y juicios de éstos se interiorizan en el hijo y se proyectan en amigos y amantes. Muchas veces los padres esperan tanto de los hijos, son tan exigentes, que los hijos, cuando son mayores, necesitan a alguien de quien depender, ya sea amigo o compañero sentimental, igual que antes dependían de sus padres. Hasta podría ocurrir que esos niños, de mayores, intenten cambiar y hacer a su gusto a esa persona, de la misma forma que intentaba hacer su padre cuando era pequeño, pero el problema está en que es probable que nunca encuentren el ideal de persona, las relaciones se hacen difíciles, se hacen demasiado perfeccionistas y no llegan a sentirse llenos, siempre piensan que les falta algo, aunque a lo mejor esa persona es maravillosa, pero no se dan cuenta y se decepcionan. También puede pasar que los niños que en su infancia han sido muy consentidos, se han sentido tan abrumados que cuando son adultos tienen miedo a una relación estable, una relación que les absorba. 
Es importante señalar que estos hechos no se pueden generalizar ni asegurar un resultado concreto en la vida adulta del niño sobreprotegido en su infancia, pero sí existen más probabilidades de que esos efectos sean con tendencias a la inseguridad emocional. 
La cuestión no está en educar bien o mal a un hijo, los padres por instinto natural quieren a sus hijos desean su felicidad, por lo tanto es importante que los padres se esfuercen por prepararse para mejorar las condiciones educativas de sus hijos, pues en la actualidad, en donde existen infinidad de influencias negativas, los padres necesitan saber por donde guiar a sus hijos, ya que su misión es la de sacar lo mejor de ellos como seres humanos. 
Es evidente que los padres son un elemento muy significativo en la educación de sus hijos, con lo cual tienen un papel muy importante en la personalidad futura de ellos. Es de suma importancia analizar hasta qué punto un padre puede involucrarse en la vida de un hijo, averiguar cuándo le debe prestar ayuda y cuándo dejar que sea él solo se abra paso en la vida. 
Es doloroso ver a un hijo en una situación difícil, pero es importante comprender que un hijo necesita crecer, independizarse y lograr su autonomía, porque los padres no son dioses y no siempre van a estar para ayudarles o decirles cómo debe actuar. También hay que tener en cuenta que las necesidades de los padres que ellos no vieron satisfechas en su infancia no van a ser las mismas que tendrán los hijos. 
De acuerdo con Amaya, en la actualidad se ha distorsionado la misión de los padres ya que se considera que un buen padre es aquél que está atento y pendiente en cada detalle de sus hijos, aunque esto frecuentemente suele expresarse en el hecho de que los padres arreglen toda la vida de sus hijos para que las cosas salgan como ellos quieren. 

En esta época es frecuente observar en grupos de educación preescolar, a niños con dificultad para adaptarse con sus compañeros y compartir el material didáctico, respetar reglas, participar en dinámicas de grupo e individuales etc., y frecuentemente, al tener una entrevista con los padres de estos niños, estos proporcionan información en donde se confirma que ellos se involucran demasiado en las actividades del niño, a tal grado que no los dejan actuar por ellos mismos, lo que repercute en tales actitudes y comportamientos ya mencionadas de los niños, dificultándoles el proceso de adaptación al grupo. 

CON CARIÑO, CENTRO MAEM



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